9 de junio de 2007

Si me desaparezco ¿Quien podrá buscarme?
Lo que pasa en el área de desaparecidos del palacio de la policía nacional

Era un día normal, el sol brillaba en un cielo azul y los pájaros cantaban alrededor del edificio del palacio de la policía nacional. La familia Belén sentía desesperación y acudía al departamento de Homicidios, sección de desaparecidos.

Un pequeño cuartito sirve de oficina al encargado de este departamento, entre vidrios ahumados que solo permiten la visión desde dentro de la oficina hacia fuera, y desde el cual se manejan las diferentes formas de proceder cuando se desaparece alguna persona.

El salón lleno de personas desesperadas y los encargados conversando por teléfono, algún tiempo después es cuando se disponen a darle paso a la petición de estas personas, a investigar que quieren o que les aflige.

El sargento castillo el encargado de tomarle la declaración, procedió a escuchar lo que estas personas tenían que decir, Remigio Belén el padre del desaparecido, con angustia y desesperación pedía la colaboración de la policía para que encontraran a su hijo, el cual podría estar en un monte, preso o quizás muerto.

Lo único que pedía era que lo ayudaran, no que lo encontraran con vida, pues decía que quizás seria imposible, solo quería en caso de que estuviera muerto poder hacerle un funeral, tener donde llorarlo.

Mostrando un grado de incredulidad que hasta el más ignorante lo sabría, el sargento castillo comenzó a preguntar, tratando de comprender las circunstancias en que se dieron los acontecimientos. Entre expresiones dudosas que más que alentar a estas personas las angustiaba un poco mas se desarrollo la declaración.

Les mostraron fotografías de la persona desaparecida, mas esto no fue suficiente pues el sargento, ya predispuesto al fracaso de la investigación, lo tomaba todo a la ligera.

Haciendo surcos en el suelo de tanto andar de un lado al otro del cuarto y haciendo finalmente caso a la petición de que se tranquilizara, el padre del desaparecido opto por marcharse pues ya le habían asegurado que harían todo lo posible para encontrar a su hijo.

Mientras los familiares se marchaban se oyó decir al sargento: ellos creen que nosotros somos la policía marítima para encontrar a una persona bajo el agua. Y cerró la puerta de la oficina.

De un lado los desaparecidos y del otro las cárceles donde por un periodo de 48 horas se tienen bajo custodia algunos prisioneros con la finalidad de investigarlos.

La cárcel estaba vacía, no había más que los dos custodios en un cuartucho de mala muerte. Sin pintar o mejor dicho con una pintura ya deteriorada, en dos escritorios viejos y sucios al igual que todo alrededor de ellos.

El mal olor que salía de los cuartos laterales uno a cada lado indica la situación en que allí tienen a los presos, sin electricidad y digamos que con higiene precaria. En aquel lugar no se reciben visitas pues las personas que van a parar allí están en investigación y si reciben visitas podría arruinarse la misma.

Esto nos dijo el sargento Mateo mientras leía el periódico y aseguraba que lo único que ellos podían darle a esas personas era los alimentos. Pero bajo las condiciones de ese lugar ni siquiera eso es lo que pueden ofrecerles.

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